El MFC nace poco antes de los años cincuenta a las orillas del Río de la Plata. Por primera vez dentro de un Movimiento de Laicos se promueve el apostolado familiar y la espiritualidad conyugal. Revalúa la fuerza de la pareja en su vocación a la santidad y en su acción evangelizadora, sirve de promoción de los valores de la mujer, integra en Equipos a Sacerdotes y Matrimonios formando conciencia de comunidad eclesial, y extiende su acción hacia la conciencia de la necesidad de preparación al matrimonio.
Se expande apostólicamente por todo el Continente, inquietando a grupos de matrimonios en todos los países en actitud de búsqueda, de fraternidad, de hospitalidad, en forma verdaderamente inspirada en el carisma olvidado de la familia. Aunque es un Movimiento dirigido y orientado por seglares, se entrevé en él la mentalidad clerical que se vive en el momento y la concepción de Iglesia preconciliar, separada del mundo, repercute en un principio la idea de un Movimiento para defender a la familia de los diferentes ataques que sufren de fuera.
Una de sus fuerzas principales está en la creación de un Movimiento de Laicos con unidad latinoamericana, que nace y crece con fuerza propia en cada país, pero con una necesidad sentida de unirse con familias de otros países, sobrepasando distancias y fronteras.
El MFC se extiende en Latinoamérica gracias al carisma apostólico y al esfuerzo misionero de tres matrimonios uruguayos: los Soneira, los Gelsi y los Gallinal y del Padre Pedro Richards, quienes lo propagaron por todo el Continente.